Relato de Federico Manzanedo Quevedo
Para entender lo que ha ocurrido, es necesario hacer un poco de historia.
Reserva del Saja.
- Zona de Serradores
- Zonas altas del monte Ucieda
- La Dehesa
- Río Juzdmeana- ambas riberas
- Zona del Moral, Monte Quemado, Pico de Obios
- Zona del Río Argoza- ambas riberas
- Río Hormiga y Canal de Fuentes
- Río Valneria- ribera derecha
Colmenares conocidos por mis antepasados.
- Viaña: colmenares de Teodoro Quevedo
- Viaña: colmenares de la familia Quintiliano
- Viaña: colmenas del señor Maestro
- Bárcena Mayor: colmenar de don Marceliano Herrería
- Bárcena Mayor: colmenar de Federico Manzanedo
- Bárcena Mayor: muchos de los vecinos tenían colmenas
- Los Tojos: se desconocen los nombres pero siempre hubo colmenas
- Correpoco: también había colmenas
¿Por qué se menciona todo esto?
Porque las zonas arriba mencionadas se suministraban de las colmenas existentes en el pueblo y ellas mismas colaboraban en su expansión.
La raza de esas abejas se cree que era la misma en toda la zona, no había importación de otras razas. Esto hizo que desde hace más de 150 años viviera en hábitats naturales, árboles y rocas, ya que no se conocían animales que pusieran en peligro su existencia.
En 1987 llegó el ácaro- varroasis e hizo desaparecer toda riqueza de abejas de estas zonas.
En este Ayuntamiento había mucha afición y muchos expertos en localizar nidos de abejas en los montes. Esto se hacía sobre todo en los meses de septiembre y octubre, con el fin de conseguir miel y como consecuencia las abejas quedan sin alimento, sin nido y morían.
A partir de este momento, comienza la historia de la abeja negrita.
Con trece años de edad, me avisaban algunos amigos el lugar donde habían catado alguna colmena, aprovechaba para ir al lugar con una jaula (todavía la conservo) y recoger las abejas que había que alimentar durante todo el invierno.
Durante años en mis días libres, recorría con mi padre y un amigo los bosques, para localizar estas abejas y posteriormente llevarlas a mi colmenar sito en Viaña.
En este tiempo me fui dando cuenta de que tenía en mis manos unas abejas dignas de conservar, porque trabajaban a temperaturas más frías que las de zonas bajas, eran más resistentes a las inclemencias del tiempo y además, eran dóciles si se las trataba con movimientos lentos.
A partir de este momento, decidí conservarlas, asistí a congresos, charlas, leí libros… y aunque ellas te enseñan más cosas que los libros, siempre aprendes algo. En todos estos años, llevaba una ficha de cada colmena que sigo llevando, donde anotaba todo lo que merecía la pena, así llegó el momento de ir seleccionando las nuevas colmenas. Esto lo he hecho durante años.
Entre mis amigos apicultores está Manuel Barquín, que maneja varios colmenares y exporta núcleos a Francia o allí donde se los pidan.
Inglaterra importa abejas pero tienen que llevar carta de origen “pedigree”, como ganadería que son. Este amigo y yo nos conocemos desde hace años y sabía ya de mis colmenas. Buscando posibles colmenas de raza negrita, llevó de mi colmenar varias, para que unos biólogos realizaran un estudio, y cuál sería su sorpresa, al comprobar que, efectivamente eran de raza negrita, con caracteres “ancestrales”, palabra que usaron para designarlas, ya que según ellos, estas abejas solo existen en una isla de Francia.
Después de este descubrimiento, apicultores del sur y en conjunto con apicultores asturianos, están montando un centro apícola en Asturias, para la conservación de esa especie y para ello han llevado algunas de mis colmenas.
También tengo que decir que esto ha sido posible gracias a que mis colmenas no han estado cerca de otros colmenares de distintas razas y sobre todo por la selección que he realizado durante años.